sábado, 28 de noviembre de 2009

vidas



Hay vidas que nacen para ser contadas, historias que nacen desde el olvido, desde la indiferencia, vidas que dejan de serlo en algún momento, y solo cuando les llega la muerte, cuando dejan de existir, encuentran un sentido, historias que secan el alma.
Detrás de la mirada, detrás de la palabra, detrás de un gesto hay algo más, la esencia, lo que no daña, algo que llena, algo que te dice, que te habla, lo que nos convoca todos los días,
Es lo que reflejaba en su mirada, ¨naciste para ser princesa¨, le dijo un día, y nunca lo olvidó…
Solía caminar descalza, con la cabeza perdida en su mundo, sosteniendo su pomo, que le apartaba de la vida, de una realidad que no era la suya, que no le pertenecía, porque ella realmente era una princesa
Caminaba como siempre, en el rato que pensaba en su reino de colores, de castillos de caramelo, olor a pan recién hecho y a flores...
Ella nació para ser princesa, pero nadie lo sabía, porque ella era invisible, dejo de tener rostro un día, dejo de existir, y se volvió invisible….pero eso dia fue diferte, el auto no se detuvo... alrededor ojos miraban y ella les miraba a todos… gritos, gritos de dolor de los que salieron a socorrerla, gritos en silencio de los que no se atrevieron a mirar, miradas curiosas, de indiferencia, ella miraba a todos, pero estaba sola, y pasó el rato…
la muerte se le presento para llevarla a ese reino donde sería la única y verdadera protagonista, por fin sintiéndose libre, volviendo a nacer para vivir su destino, porque esta vida no le tocaba…. y eso debió de ser lo que pensaba mientras caminaba para encontrarse con la muerte, porque algunos se asustaron cuando vieron que la alegría embellecía su rostro mientras la levantaron para llevarla a la morgue.
La muerte llegó a través de cientos de ojos que no quisieron ver
Allí el resto de vida que le quedaba

domingo, 11 de octubre de 2009

un lugar en venezuela


Salto en el tiempo, casi dos años, y me acuerdo de un viaje que realice la segunda vez que volví a Venezuela para trabajar con Cecosesola.
Estiguates, el primer destino de lo que sería mi viaje, el objetivo era visitar las cooperativas de agricultores socias de Cecosesola. En mitad de los andes de Venezuela, en lo más alto e inaccesible de la montaña, en comunidades tan alejadas del mundo que no puedes imaginarte que son reales hasta que las sientes la magia de la tierra y la energía de la gente que la habita.
Este es solo un resumen de mi impresión, ahora, pasados ya casi dos años, es un trozo de mi vida sacado del contexto, un recuerdo ahora compartido.
Salí el jueves pasado a las seis de la mañana, pero cuando agarras un bus en Venezuela es toda una incertidumbre, porque no sabes cuando sales y menos aun cuando llegas. Lo que he aprendido viajando es que El “ahorita mismo salimos”, que siempre te dicen, depende de lo que tarden en llenarse todos los puestos, y esto pasa cuando la gente termina de almorzar, hacer sus necesidades, o comprar un refresquito. y eso que siempre te dice el conductor, “no se apure señora, el viaje es rapidito, llegamos en tres horas”, es sólo lo que tardo en perder la noción del tiempo, del camino ya recorrido y de lo que falta por llegar… aquí se aprende a cultivar la paciencia con tanto empeño y esmero que termina convirtiéndose en todo un arte digno de admirar en algunas personas…
Llegue a Valera, creo que después de cuatro horas de camino pasando por pueblos entre un tráfico lento de animales, camiones y gente en bicicleta…
Mi destino era Estiguates, un caserío en la montaña de difícil acceso, para llegar hay que tener coche propio y mucho equilibrio para manejar. El camino bordea la montaña y se pierde en la distancia, muy cerca del filo… por suerte siempre anda cerca el ángel de la guarda y los árboles que bajan sus ramas y hacen una cama para amortiguar el golpe si por casualidad caes. Muchos aquí cuentan cómo han vuelto a nacer después de caer por esos precipicios…
A medida que subes las montañas, las casas se esconden en lugares donde parece imposible acceder, te vas acercando más al cielo, en Estiguates sientes que lo puedes tocar.
El frío aprieta y la humedad se mete en los huesos, el sol en esta época apenas sale, la niebla le va cubriendo hasta que el paisaje se vuelve gris, las formas de la montaña y las casas se difuminan hasta casi desaparecer. Las zonas más altas desafían a la niebla, y por la noche se pueden ver todas las estrellas posibles, agarrarlas con la mano, inventarse figuras nuevas y constelaciones que solo la gente de aquí puede ver porque pertenecen únicamente a este lugar…
La hospitalidad de la gente es tan grande que pude llegar casi a incomodar, pero yo nunca me canso. A medida que se gana en confianza me permito decir que no a todo lo que me ofrecen, principalmente comida y café. Un día estuve en cama enferma de mi estomago, por el frió me decían aquí, una indigestión, digo yo, por todo lo que me daban de comer y mi estomago no podía procesar…
Todos quieren compartir conmigo y tenerme en su casa, cada día voy pasando de una a otra, todas son igual de frías, sólo el calor humano las calienta, pero se escapa por las rendijas del techo y la puerta…
Fui a la reunión comunal, la primera vez que presenciaba algo así, todos asistieron, todos hablaron, se escucharon, nos pusimos de acuerdo, voy a realizar talleres de salud, principalemnte sobre la salud emocional, porque en el campo también hay estrés y enfermedades del alma que no curan porque no se saben detectar, pero lo hare junto con la enfermera de la comunidad, porque saben que yo no sé más que él resto.
Mientras tanto he acompaño a la enfermera en sus visitas diarias a las casas de los enfermos, con la esperanza de que la novedad de mi presencia alegre un poco el espíritu que enturbia y enferma la rutina, también he trabajado con los niños de la escuela, con los hombres arrancando zanahorias y papas, y con las mujeres cocinando y lavando cacharros.
La vida por lo general es muy tranquila, la gente trabaja en el campo, con burros y las manos, porque el desnivel de la montaña no permite maquinaria. Cada cual tiene sus tierras, pero no se entiende de propiedad privada, se trabaja lo que da de comer y se reparte porque nadie tiene porque pasar hambre.
Los hombres se dedican al campo y las mujeres a la casa, ellas son las que la mantienen, porque los hombres se van, viajan a vender las hortalizas, pero las mujeres siempre están, siempre se quedan… además ellas son enfermeras, profesoras, contables… sólo los ignorantes piensan que la ignorancia garantiza la sumisión de las mujeres y de los pobres, me dicen constantemente.
Aquí saben es que la unión hace la fuerza, y la única forma de tener voz y voto es estando unidos y a esta gente no les cuesta hacerlo.
Por esta comunidad han pasado gente de diferentes partes del mundo, gente con la intención de aprender sobre trabajo comunitario y llegan acá porque saben que el mejor ejemplo es Cecosesola, hay cosas que en la escuela no enseñan y entonces hay que salir fuera a buscarlas y aprender de las vivencias de otros.
No queda mucho que hacer por aquí después del trabajo, doy paseos de un lado a otro visitando familias, o charlo con cualquiera en la calle, siempre estoy con gente, pero en la noche mientras ellos se refugian en las telenovelas, (son muchas y variadas), yo aprovecho para salir fuera, contemplar la oscuridad y el silencio, sentir la lejanía absoluta con el resto del mundo, hasta olvidarme de su existencia, sentir la soledad, la paz y compartirla con esos otros seres vivos que ignoramos en la ciudad o en otras circunstancias, pero en ese momento es imposible hacerlo.
Y así van pasando los días, aprendiendo, sintiendo y compartiendo, dejandome llevar, sin pensar en que pasara mañana.

martes, 22 de septiembre de 2009

teatro, titeres



poco a poco creamos un grupo, un buen grupo de educadores para comenzar el proceso de ser teatristas y titiriteros… un proceso de creatividad, inventiva, transformación, cambio, y muy buena energía. Un trabajo muy bien hecho.

Los talleres se dieron en tres fases.
Una primera fase de un mes de duración, dónde aprendimos técnicas vitales de teatro. Descubrimos que el cuerpo, las manos, los gestos, permiten decir aquello que las palabras no `pueden nombrar`. En la creación, en la interpretación, pudimos expresar emociones como si no fueran nuestras, sacar aquellos sentimientos que no nos atrevíamos a expresar en el día a día. Fuimos capaces de ser aquellos que queremos, pero que no pensamos que podemos conseguir.
En títeres creamos nuestra propia marioneta, al principio una simple media, un calcetín, que iba tomando forma, adquiriendo su personalidad propia, siempre con algún aspecto que identificaban a su creador. Una vez creada, le pusimos nombre, voz, aprendimos a manejarla para hacerla vivir hasta que llegaron a formar parte de cada uno de nosotros.
Durante este mes entrenamos la imaginación, ofreciéndola otras perspectivas, ampliando su visión. Abrirnos puertas que estaban cerradas bajo llave y ventanas que dejaron correr el aire, dando paso a creaciones espontáneas, que se daban de forma natural a través de la improvisación real con nuestro cuerpo o con nuestra marioneta.
Los primeras días éramos descocidos, muchos de nosotros nunca antes no habíamos
visto o hablado, pero fuimos tomando fuerza a medida que cada uno de nosotros se identificó con el grupo, con la causa que nos había reunido y con lo que formamos cuando actuamos juntos. Creamos un espacio de identidad a través de la abstracción, de la fantasía, del contacto con el otro. Juntos traspasamos la barrera de las emociones dando paso a un proceso liberación personal. Representamos sueños, emociones, sentimientos profundos con la intención de mostrarlo a los demás, ya que no puede existir expresión sin la presencia de otras personas.
En la segunda fase, que duró dos meses creamos la obra, lo hicimos de forma conjunta, elegimos el título, el tema, y surgieron los personajes. En títeres la obra surgió de los personajes que habíamos creado. Después ensayar, aprender el texto, hacer vivir a los personajes, aprender a comunicarnos con el público, hacer llegar un mensaje…






La obra de teatro trata sobre un hombre, que por una serie de circunstancias, entra en un mundo soñado donde un personaje mágico le ofrece realizar un viaje hacia la búsqueda de la felicidad. El hombre acepta con la seguridad de que nunca va encontrarla porque está convencido de que no existe. Después de recorrer caminos equivocados, el personaje se la muestra, y ahí cara a cara, frente a ella, recuerda los momentos en los que fue feliz. Después el hombre vuelve a la realidad, con una visión diferente del mundo, sintiendo un cambio interior que cambia milagrosamente su entorno. Una casa de locos, conjuga dos temas, la violencia a la que estamos sometidos en el día a día y la felicidad, a veces olvidada. Una trasformación individual que da paso a la trasformación del mundo.



En títeres, la historia comienza con Teafore, una serpiente que siente que le ha llegado el momento de casarse, pero no encuentra con quien. El conde Drácula, que aparece en el momento justo, se presta ayudarle, y organiza una fiesta donde asistirán todos los amigos, para que Teafore encuentre al amor de su vida. Pero Drácula tiene una segunda intención: aprovechar la ocasión para chupar la sangre fresca de sus invitados. Todos asisten a la fiesta, donde aprenden una gran lección de amistad.



Durante el proceso surgieron obstáculos, las circunstancias no nos ayudaban, y cada vez era más difícil que pudiéramos actuar, nos frustramos porque resolver los problemas que se inventaban cada día no dependía de nosotros, pero seguíamos porque teníamos claro que no Íbamos a abandonar. Al principio suplíamos a personas que faltaban al ensayo e incorporábamos a otras que volvían después de semanas sin saber de ellos. Era muy frustrante porque no avanzábamos, cada día era empezar de nuevo. Hasta que un día decidimos seguir los que estábamos con el compromiso de no fallar a los demás.
Ahora estamos en la tercera parte: la representación del nuestro trabajo en las diferentes organizaciones. Hasta ahora se han presentado cuatro obras de teatro y dos de títeres.

La primera actuación fue para los niños del hogar Alalay, era todo un reto, había llegado la hora de trabajar delante del público. Un gran día para los dos grupos, teatro y títeres. Estábamos nerviosos, ilusionados, emocionados, para muchos de nosotros era la primera vez que actuábamos delante de un público.
En teatro hemos tenido la oportunidad de de estar cara a cara con el público, mirándonos, sintiendo. Comunicar, crear una emoción a través de un personaje, de una imagen.
En títeres estamos detrás del escenario, es la marioneta a la que damos vida la que conecta directamente con el público, a través de ella sentimos, miramos, nos comunicamos, damos un mensaje.


Mildre nos guía en este proceso transformador y educativo en sí mismo, dónde van apareciendo todos los aspectos fundamentales para poder hacer un buen trabajo: la motivación, el trabajo en equipo, el crecimiento personal, la confianza, el aprendizaje de técnicas y su experimentación, el autocontrol, el esfuerzo, la superación personal, la importancia de cada unos de nosotros, el respeto a nuestro trabajo, a nosotros mismos, al compañero. Nos dejamos llevar hasta crear un compromiso personal, de superación, de fuerza, un grupo dispuesto a permanecer unido hasta el final. Y el resultado ha sido increíble. En cada actuación nos hemos trasformado, hemos trasformado el entorno, hemos hecho reír. Cada presentación es un acto colectivo, un trabajo creado en grupo para realizarlo delante de un público
Sea como sea, escuchando a los niños, sus risas, su silencio, sus aplausos nos damos cuenta que merece la pena.



Ya solo me queda decir gracias a Mildre, a mis compañeros y a todas esas personas que han apoyado de forma incondicional para hacer posible este trabajo. Y sobre todo gracias a los chicos, nuestro público, por sus aplausos, sus risas, su silencio, porque ellos son los que nos mueven cada día.

martes, 15 de septiembre de 2009

santa cruz, mi trabajo, yo...


Hace ya tres años que salí de España, no sé muy bien qué es lo que realmente me impulso a tomar la decisión de arriesgarme a hacer eso que siempre había querido. Mi rutina en España me obligó a dejar guardadas las ideas en un rincón de la memoria, por momentos cerca del olvido, en esos momentos en los que me decidía a sacarlas, pero la realidad me paralizaba. Pero casi sin darme cuenta fui dejandome llevar y el destino me ofreció la posibilidad de Venezuela, después honduras y ahora en Bolivia. Cada uno de estos países me ha dejado una huella que me da las razones para tomar la decisión de estar aquí
Vivo en la ciudad de santa cruz de la sierra, situada en el oriente boliviano, y que como cada rincón de este país tiene su propia identidad, su cultura, sus tradiciones, su forma de vida. Una ciudad diferente a otras zonas de Bolivia, pero con ese punto común que la identifica: multiplicidad étnica, riqueza cultural, riqueza de sus gentes, con una historia y una realidad profundamente herida.
Trabajo con los niños que viven en la calle, en situación de calle. El lenguaje es muy importante, si bien es cierto que los términos no cambian la realidad, al menos ayudan a hacerla un poco más digna.

En la ciudad hay alrededor de 83 instituciones que trabajan con jóvenes, y un aproximado de 100 instituciones que de forma directa o indirecta abordan la problemática. Pero la cifra parece que aumenta cada día.
Son múltiples las razones por las que los niños están en la calle: familias rotas, niños abandonados, abusados, maltratados, solos, obligados a trabajar: limpian parabrisas en los semáforos, lustran botas, hacen malabares, venden, mendigan, roban, se drogan… se escapan de su casa, otros se salen y retrasan su vuelta…
Sea como sea, estos niños adoptan la calle como su casa, su familia, una opción. Viven en una realidad donde la necesidad hace que la imaginación y la inventiva se agudice en una sola dirección: la lucha por sobrevivir.
En el día a día voy entendiendo que por mucho que quiera racionalizar esas razones, ninguna es suficiente para asimilar la brutalidad en la que viven. Niños privados de sus derechos, afectados por abismos irracionales de violencia, hambre, soledad, condenados por la ceguera y la ignorancia de generaciones enteras, de sistemas políticos y económicos incapaces de proteger la vida de todos por igual,
A veces me parecen que viven en una realidad paralela y desconocida, y la gente pasa por su lado indiferente a su existencia. No quieren saber para no encontrarse cara a cara con el dolor que provocan. Pero están aquí, ahora, cada día e ignorarlo es dar la espalda a la realidad de la que somos parte, estos niños son de la sociedad, del mundo, son nuestros.
Me doy cuenta que estos niños forman ya parte de mi vida, en cada encuentro busco los recursos, las claves, emociones, sentimientos, acercarme a su realidad, averiguar y crear caminos hacia una vida mejor. Busco formas nuevas, hacer consciente, provocar cambios, crear vínculos.
Voy dando pasos pequeños, a veces siento que ciegos, porque no sé a dónde van a llevar, o si son los correctos. No ya nada creado, no hay formulas. Unas veces acierto, otras no tanto, me acerco y me alejo en un tira y afloja, hacia esos momentos donde puedo sentir el milagro de diseñar y realizar la llegada de una nueva emoción, una reacción, un cambio entre las personas.
Cada día me paro y analizo cada parte, palabras, gestos, reacciones, los valores que acepto como propios a partir del encuentro con migo misma, los que no acepto, pero tengo que hacerlo porque así me lo exige el día a día en el que vivo. Busco un encuentro individual para encontrarme también con mi entorno, con la sociedad. Cambiar yo para que cambien los demás, la sociedad, el mundo.
Mucho que contar, espero poder ir haciéndolo, pero despacio, para poder perderme en los detalles.